Este domingo el presidente Donald Trump firmó una declaración de emergencia para el estado de Texas, en respuesta a las devastadoras inundaciones que han dejado al menos 52 muertos desde el viernes, según las últimas actualizaciones de autoridades locales.
El condado de Kerr, al este de San Antonio, es el epicentro de la tragedia, con 43 fallecidos, incluyendo 28 adultos y 15 niños, debido a la crecida del río Guadalupe tras lluvias torrenciales que superaron los 30 centímetros en 12 horas. Otros fallecidos se reportan en condados cercanos: tres en Burnet, uno en Kendall, uno en Tom Green y cuatro en Travis, reflejando la magnitud del desastre.
Trump, quien ha coordinado con el gobernador Greg Abbott y la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, destacó que la medida desbloquea recursos federales para los primeros respondedores, mientras las operaciones de búsqueda y rescate continúan.
El sheriff del condado de Kerr, Larry Leitha Jr., confirmó que cientos de trabajadores de emergencias están desplegados, pero 27 niñas y monitoras del campamento Mystic, cerca de Hunt, siguen desaparecidas tras ser arrasadas por las aguas. El gestor de Kerrville, Dalton Rice, describió las inundaciones como las peores desde 1987, anticipando un posible aumento en la cifra de víctimas, y señaló que unas 800 personas han sido rescatadas y atendidas en refugios.
La declaración de emergencia, complementada por un Día de Oración proclamado por Abbott para el 6 de julio, busca ofrecer apoyo tras las críticas por fallas en las alertas tempranas del Servicio Meteorológico Nacional. Sin embargo, la falta de una cifra exacta de desaparecidos—debido a la presencia de visitantes por las festividades del 4 de julio—y las condiciones peligrosas, con escombros y aguas contaminadas, complican los esfuerzos. Rice urgió a los voluntarios a recoger escombros con precaución, mientras las autoridades enfrentan un panorama sombrío, con la esperanza de hallar sobrevivientes disminuyendo conforme avanza el día.