CDMX . – La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, se refirió de manera evasiva a las recientes protestas contra la gentrificación, particularmente tras los incidentes violentos del 4 de julio donde decenas de habitantes de la capital, se congregaron en el Foro Lindbergh del Parque México, en la Condesa, una de las zonas más afectadas por la gentrificación, para protestar contra la crisis habitacional que aqueja a la capital desde hace décadas. Bajo los lemas ‘la vivienda no se vende, se cuida y se defiende’ y ‘el techo es un derecho’, los manifestantes desafiaron el intenso calor portando carteles, mantas y banderas, exigiendo un alto al desplazamiento de residentes por el alza de rentas y la llegada masiva de estadounidenses y nómadas digitales. Las demandas, que incluyeron críticas a las políticas públicas y al costo de vida, fueron simbolizadas en un tendedero donde colgaron sus reclamos como muestra de inconformidad.
La protesta, que se extendió hasta la noche, tuvo como epicentro la Condesa, pero también resonó en colonias vecinas como Roma, donde el fenómeno de la gentrificación ha transformado el tejido social y económico. Los participantes denunciaron el arraigo desmedido de extranjeros, a menudo asociados con un estilo de vida que eleva los precios inmobiliarios, desplazando a los oriundos.
El día de hoy en un mensaje breve, Brugada indicó que su administración trabaja en un conjunto de “medidas”, coordinadas por la Secretaría de Gobierno y la Secretaría de Seguridad Ciudadana, para proteger a terceros y evitar repeticiones de los destrozos a comercios y enfrentamientos con turistas. Sin embargo, se limitó a prometer que estas acciones se darán a conocer ‘pronto’, sin ofrecer claridad ni compromisos concretos, lo que ha generado críticas.
Brugada afirmó que no se busca impedir las manifestaciones, un derecho que respeta, pero insistió en que no se tolerarán agresiones a terceros ni actos violentos, abogando por una resolución pacífica de los conflictos.
Reconoció las demandas sociales sobre el encarecimiento de rentas y el desplazamiento por la gentrificación, pero su discurso evitó detalles sobre cómo se abordarán estas raíces, limitándose a condenar la violencia y promover el diálogo.