El efecto “bola de billar” marca Yunes tiene, por un lado, soñando al país, y por el otro, bajo mucho estrés y desesperanza.
Lo que toda la ciudadanía debe saber, si no es que ya lo sabe, más allá de sus creencias político-ideológicas, es que, la renovación de eso que llamamos Poder Judicial no cambiará de facto la condición de desaseo que hoy prevalece en ese sistema responsable, por cierto, en buena parte, de la violencia que azota al país, porque como desde hace décadas el pueblo sabio lo ha dicho: crimen que no se castiga, crimen que se repite.
Tampoco significará que llegarán los buenos-buenos para que se vayan los malos-malos, porque un porcentaje muy alto de quienes buscan el voto en la elección del domingo 1 de junio han trabajado en ese “poder” desde que salieron de la escuela, al menos así lo contaron por aquí y por allá durante el largo proceso de campaña que no tuvo el efecto que debía tener, convencer plenamente a la ciudadanía. Entonces una “renovación” como tal no será. Quizá alcancemos un cambio de protagonistas.
Lo otro que debemos tener muy claro es que, tanto en el ámbito federal como en las entidades, el Estado de Derecho está roto y en casos como el de Oaxaca está hecho añicos, considerando las evidentes injerencias del gobernador en los otros poderes y como se ha denunciado, las graves violaciones a los derechos humanos. Injerencia que seguramente sucede en las otras entidades. El poder absoluto es una tentación terrible de la que difícilmente se pueden sustraer los señores y las señoras del poder.
Porque también sabemos que los gobiernos no son humanistas o lo que con ello quieran decir, ni tampoco nos podemos creer aquello de primero los pobres, porque ya vimos que arrebatar el enfoque de derechos a los derechos no ha dado resultado alguno, ni hoy ni nunca.
Las señoras y los señores del poder nos han demostrado, generación por generación, partido por partido, que su objetivo fundamental es hacer negocios y ganar dinero para sus fines personales, la punta del iceberg de esa corrupción son sus grandes y lujosas mansiones, los hijos estudiando en el extranjero y no me refiero a Harvard no, sino a Inglaterra o Francia.
En México, ejemplos entre la clase política nos sobran, primero lo vimos con los potentados priistas, luego muchos se volvieron morenistas y los morenistas que venían de otras expresiones como el perredismo hicieron lo mismo.
¿O acaso se acuerdan de un gobernador pobre?
La reforma judicial, que muchos y muchas legisladoras aprobaron sin leer, ni el resumen, y menos las letras chiquitas, y que luego aprobaron hasta de madrugada para quedar bien con la patroncita en los congresos locales, tiene este 1 de junio la segunda prueba de fuego. La primera fue la elección, rarísima que hicieron escogiendo a los posibles y desechando a los imposibles, o en tómbolas, lo que demuestra que no serán las y los juristas más capacitados, mas honestos, sino los más suertudos o suertudas, y claro algunos atisbos de inteligencia.
La elección marcada por la intromisión desde su inicio (algo muy común y corriente en nuestro país), parecía enderezar un poco cuando algunos aspirantes se desmarcaron e hicieron su esfuerzo. A todas horas hicieron uso de redes sociales, realizaron reuniones de trabajo, caminaron de un lado a otro pretendiendo llegar a la gente.
Pero como dice la canción “todo se derrumbó” cuando desesperados los políticos de siempre, los que no cambian, los que siguen funcionando como en el viejo régimen, le metieron mano y aunque doña Claudia Sheinbaum intente mirar para otro lado, ya están contaminadas las aguas de la democracia.
Yo no sé si habrá largas filas de personas votando el próximo domingo, ojalá que gane la democracia, pero insisto tenemos que saber que de poco o nada servirá y que el tiro de gracias se lo han dado los gobernadores y funcionaros de cuatroté que piensan, como el priismo que respira dentro del morenismo, que a la gente, la ciudadanía hay que guiarla, que la gente no acaba de crecer ni de madurar, de pronto el pueblo bueno y sabio lo ven como una bola de tontos, por eso les reparten acordeones, para que copien. Así no ganará el pueblo, así ganará el poder de siempre.