Celia Florián, una de las cocineras tradicionales más destacadas de Oaxaca, afirmó que las Fiestas de Muertos en esta entidad son esencia de amor puro a las familias, pues se convive con comida entre vivos y con muertos.
Explicó que se cree que, en estas fechas, familiares que han muerto regresan espiritualmente a aspirar los aromas de la comida y cada una de las ofrendas que se colocan en los altares tradicionales, es por ello que todo en un altar tradicional es aromático, desde la flor de Cempasúchitl, el incienso y los platillos que en vida les gustaron a quienes se adelantaron.
Explicó que dependiendo de la región donde se realicen los altares, cambian los platillos que les son colocados los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre, y las formas en que se conmemoran estas fechas.
Mencionó que desde el mole negro, los tamales de bola o “chocholucos”, los tamales mixes que son enrollados con milpa, los tamales de mole amarillo, o las chancletas de la Chinantla, que consiste en un tamal de amarillo con hoja ahumada y asada, son algunos de los que se ofertan en los altares.
Destacó que, en un altar oaxaqueño, lo que nunca debe hacer falta además de las flores de cempasúchitl, son el mole, el pan, el chocolate, la cerveza, el mezcal, los cigarros, el vaso de agua o incluso un poco de sal, aunque existen comunidades como en Huautla de Jiménez, donde cada día ofrecen un platillo distinto que va desde el mole, el caldo de chivo o el atole agrio con frijol, ó como en el Istmo, donde ofrecen mole de camarón y otros platillos tradicionales.
Puntualizó que Oaxaca es un estado diverso en gastronomía y cada comunidad o región representa una parte de la gran riqueza con la que se cuenta en este estado, y que puede apreciarse en festividades como ésta, la temporada de “Muertos”.