El aire de la tarde en el Centro Histórico de Oaxaca comienza a impregnarse de ese olor terroso y fresco que solo el 23 de diciembre se respira.
Hoy, el Zócalo no es solo un punto de reunión, sino un taller a cielo abierto donde 137 hortelanos y artesanos han comenzado la danza de sus herramientas.
Es la edición 128 de la Noche de Rábanos, y mientras el sol desciende, las raíces caprichosas se transforman en vírgenes, danzantes de la Guelaguetza y escenas de la vida cotidiana que parecen cobrar vida bajo las manos expertas de quienes heredaron este oficio.
Desde las primeras horas este martes, los pasillos alrededor de la plaza principal se han convertido en una galería viva. Entre el rábano rojo brillante, la delicadeza de la flor inmortal y las texturas ocres del totomoxtle, las ocho regiones del estado se hacen presentes.
La multitud comienza a caminar pausada, maravillada por la fragilidad de las piezas, en una celebración que este 2025 se siente especialmente significativa, ya que es el triunfo del ingenio popular sobre cualquier estadística.
Sin embargo, entre los murmullos de admiración por las figuras artesanales, flota también la conversación inevitable sobre la cena de mañana.
En los alrededores del mercado, el contraste es claro; mientras los artesanos regalan belleza con sus manos, las familias oaxaqueñas hacen cuentas.
Este año, el costo de la reunión navideña para 15 personas escala a los $17,100 pesos, un 17% más que el año pasado.
El pavo y las bebidas, que sumados superan los $11,000 pesos, son el tema recurrente entre quienes hoy disfrutan de la fiesta pero vigilan el bolsillo.
Pero hoy, en esta noche de rábanos, Oaxaca elige la pausa. A pesar de los retos económicos y el encarecimiento de la vida, el corazón de la ciudad late con fuerza. La magia de ver un rábano convertido en arte parece recordarle a los asistentes que, aunque la cena sea más costosa, la riqueza del estado reside en su capacidad de reunirse, en el orgullo de sus tradiciones y en esa resiliencia cultural que permite que, por una noche, la belleza sea el único valor que realmente importe.









