Por Julio García G. / Periodista de Ciencia
Han transcurrido seis años desde que se identificara el primer caso de Covid-19, en Wuhan (China), cuyo virus, el SARS-CoV-2, aún continúa circulando en todo el mundo a pesar de que ya dejó de ser tan mortal, al menos estadísticamente, como en aquellas primeras oleadas que llevó a países enteros, entre ellos China y España, a realizar duros confinamientos que obligaban a la población a no salir de sus casas, salvo para cuestiones realmente necesarias y urgentes (el Covid-19 mató, según cifras oficiales, a más de siete millones de personas en todo el mundo).
Desde entonces, los científicos han tratado de entender cómo se comporta, no únicamente desde la perspectiva de su gran capacidad para contagiar, sino también de cómo ha ido evolucionando y de cuáles son los mecanismos que utiliza para, a través de procesos biológicos muy complejos, literalmente “secuestrar” a las células humanas para infectarlas y posteriormente replicarse (los virus no tienen un objetivo en sentido estricto, mucho menos tienen consciencia de sí mismos, ya que solamente se limitan a replicarse y la evolución favorece aquellas variantes que logran hacerlo con eficacia en un entorno o ambiente determinado).
Y justamente, en este arduo camino para terminar de comprender al SARS-CoV-2 –aunque quizá nunca se sepa exactamente cómo y en dónde surgió– varios equipos de investigación en todo el mundo trabajan incansablemente para obtener respuestas.
Imagen artística del virus SARS-CoV-2 causante de la Covid-19. Imagen: iStock.
Por ejemplo, a finales de septiembre de este año que ya casi termina, apareció publicado en la revista Nucleic Acids Research Molecular Medicine de la Universidad de Oxford, un trabajo de investigación firmado por científicos de la Universidad Federal de Sao Paulo (Brasil), quienes realizaron varios experimentos con el virus causante de la Covid-19.
Entre las conclusiones a las que llegaron es que el SARS-CoV-2 utiliza una sofisticada táctica para evadir el sistema de defensa del cuerpo humano.
Ya se sabía que este virus tiene una gran capacidad para evadir el sistema inmunitario antes de invadir a la célula huésped (lo cual es común en otros virus). Sin embargo, lo que hasta ahora se desconocía es que el SARS-CoV-2 actúa en un segundo frente al lograr manipular el material genético de las células de una manera nunca vista en otros patógenos.
Sobre esta gran capacidad del virus de la Covid-19 para engañar al sistema inmunitario y a las células del organismo, Marcelo Briones, coordinador del Centro de Bioinformática Médica de la Facultad de Medicina de Sao Paulo, subrayó en un comunicado emitido por la propia Facultad que “el SARS-CoV-2 no se anda con rodeos porque interactúa con la célula huésped de forma extraordinariamente sofisticada y directa, manipulando su material genético como ningún otro patógeno”.
Así, “descubrimos que, mediante un mecanismo de emparejamiento muy sofisticado, el ARN del virus interactúa con diferentes tipos de ARN de la célula infectada, interfiriendo en el funcionamiento de la maquinaria celular y bloqueando la producción de interferón, una de las principales defensas antivirales”, añade.
Imagen artística del SARS CoV-2 luchando contra el sistema inmunitario. Imagen generada por IA.
Hay que decir también que el virus de la Covid-19, al igual que el de VIH y otros más, no posee ADN (de ahí que tengan una gran capacidad de mutación), aunque evidentemente sí existen virus conformados por ADN como el de la viruela o del papiloma humano.
El Ácido Ribonucleico (ARN) es muy importante para las células porque funciona como intermediario y ejecutor de la información genética contenida en el Ácido Desoxirribonucleico (ADN), de tal suerte que mientras el ADN guarda las instrucciones, el ARN las copia, las transporta y las ejecuta. Por lo tanto, ambos trabajan al unísono en un concierto virtuosamente coordinado para producir proteínas, las cuales son la base de la mayoría de los procesos que lleva a cabo un organismo y son, además, el sustento de la vida.
El sistema inmunitario también posee un alto grado de complejidad. Por ejemplo, el interferón, al que menciona Marcelo Briones, es una proteína que produce el sistema inmunitario y cuya función principal es la de defender al organismo frente a diferentes virus y así coordinar la respuesta inmune. Si el interferón falla, o está débil, el sistema inmune no será suficiente para detener el paso de un patógeno.
En el caso del SARS-CoV-2, su ARN bloquea al interferón e impide que el organismo prepare una respuesta coordinada contra el virus.
Estructura de la glicoproteína de pico del SARS-CoV-2. Imagen: Shutterstock.
Ahora bien, ¿existe la posibilidad de que los científicos logren desbloquear al interferón una vez que el SARS-CoV-2 penetra en las células?
Este es, precisamente, uno de los objetivos que Marcelo Briones y su equipo tienen en mente, no únicamente intentar desbloquear al interferón, sino también comprender con mayor profundidad la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2 y, en el futuro, crear vacunas y tratamientos cada vez más exitosos.
Además, el estudio de Briones y su equipo demostró, en palabras del propio Marcelo Briones, “que el ARN interactúa tanto con moléculas del virus invasor como con moléculas cruciales para la respuesta inmunitaria, lo cual resulta sumamente interesante desde el punto de vista de la biología fundamental”.
Los resultados de esta y de muchas otras investigaciones que vendrán serán clave para afrontar futuras pandemias.
Considero, pues, que estar mejor preparados no solo permitirá reducir el número de muertes, sino también reforzar los sistemas de salud a escala global y avanzar hacia una respuesta más coordinada.
Fuente: Aristegui









