Por: Dr. Taurino Amílcar Sosa Velasco. Profesor-Investigador UABJO
En la vida universitaria, la generación de conocimiento tiene un valor que va más allá de la publicación académica o la estadística institucional. Cuando la ciencia se vincula con la realidad social, adquiere un sentido distinto: se convierte en la herramienta más efectiva para prevenir desigualdades, mejorar la salud pública y fortalecer el tejido comunitario. Esa ha sido una de las lecciones centrales en mi propio trabajo como docente, investigador y servidor universitario, especialmente en el ámbito de las ciencias de la salud, donde cada indicador, cada hallazgo y cada intervención tiene consecuencias palpables en la vida de las personas.
La experiencia en investigación epidemiológica, como la relacionada con la evaluación de caries en primeros molares permanentes, demuestra que la ciencia universitaria tiene un enorme potencial para incidir en la prevención. El análisis riguroso de datos, la identificación de patrones de riesgo y la correlación de indicadores clínicos no son ejercicios abstractos. Son insumos que permiten actuar a tiempo, orientar estrategias de salud pública y diseñar programas de educación preventiva que pueden evitar complicaciones futuras. En el caso de la salud oral infantil, por ejemplo, el diagnóstico temprano y las intervenciones adecuadas pueden cambiar por completo la calidad de vida de un niño, impactando su nutrición, su desarrollo personal y su bienestar emocional.
Esa dimensión preventiva del conocimiento es clave para entender el valor de la universidad en Oaxaca. Nuestro estado enfrenta desafíos complejos en materia de salud, educación y desigualdad social. La universidad, por tanto, no puede limitarse a formar profesionales; tiene que formar agentes capaces de responder con evidencia, ética y compromiso a las necesidades de nuestras comunidades. Cada facultad, cada centro y cada cuerpo académico debe reconocer que la investigación es también responsabilidad social.
Sin embargo, la prevención no se limita a lo clínico o lo epidemiológico. También es institucional. Una universidad fuerte cuida sus procesos, anticipa problemas, genera mecanismos de coordinación y fomenta entornos de respeto donde el trabajo académico pueda prosperar. En mi paso por distintos espacios de gestión universitaria he constatado que la estabilidad no se logra por decreto, sino con dirección clara, diálogo permanente y decisiones basadas en conocimiento. La prevención, vista desde la administración, significa evitar conflictos antes de que escalen, consolidar estructuras que funcionen, profesionalizar la toma de decisiones y garantizar que los esfuerzos individuales se alineen con un proyecto común.
El verdadero reto para una universidad pública es integrar estas dos dimensiones: la preventiva en salud y la preventiva en gestión. La primera mejora la vida de las familias; la segunda fortalece la vida institucional. Cuando ambas avanzan en conjunto, la universidad gana legitimidad, capacidad operativa y sentido de propósito.
Además, la ciencia universitaria tiene la obligación de conectar sus hallazgos con las políticas públicas. Una investigación no está completa cuando concluye, sino cuando se traduce en acciones que benefician a la sociedad. Para ello, es necesario fortalecer los vínculos con instituciones de salud, gobiernos locales, organizaciones civiles y espacios comunitarios. La universidad tiene el conocimiento; las comunidades, la experiencia y las necesidades reales. Juntas pueden construir soluciones integrales que respondan a los problemas más urgentes del estado.
Oaxaca tiene un enorme capital humano que, bien orientado, puede convertirse en un motor de transformación. La UABJO es un punto de encuentro entre jóvenes talentosos, docentes comprometidos y científicos capaces de dialogar con las grandes tendencias globales de investigación sin perder de vista el contexto local. Pero ese potencial debe organizarse, sistematizarse y proyectarse con visión de largo plazo.
Si queremos una universidad que esté verdaderamente comprometida con su comunidad, debemos fortalecer la cultura del conocimiento que anticipa, previene y actúa antes de que los problemas se conviertan en crisis. Esto exige investigación sólida, docencia responsable y gestión inteligente. Cuando el conocimiento se utiliza para cuidar y la ciencia se orienta a servir, la universidad deja de ser un espacio aislado y se convierte en un actor central del desarrollo. Ese es el camino para que la UABJO responda a los desafíos de su tiempo y acompañe a Oaxaca hacia un futuro más justo, más sano y más digno para todos. Liderar es prevenir: donde otros ven problemas, debemos construir soluciones.
Dr. Taurino Amílcar Sosa Velasco
Profesor-Investigavor de Tiempo Completo en la Facultad de Odontología de la UABJO y Secretario particular de la oficina de Rectoria de la UABJO.
Email: asosa.faeo@uabjo.mx










