CDMX.– Lo que debía ser el cierre protocolario de la sesión de la Comisión Permanente terminó en un bochornoso espectáculo transmitido en vivo. Alejandro “Alito” Moreno, dirigente nacional del PRI, y Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado por Morena, protagonizaron un zafarrancho con empujones y manotazos justo despues que se entonaba el Himno Nacional en la antigua sede del Senado.
El incidente se desató luego de que Moreno reclamara a Noroña por negarle la palabra al PRI. El priista subió al estrado y lo jaloneó, lo que provocó la respuesta inmediata de Noroña. La transmisión del Canal del Congreso mostró frases como “¡Son unos pinches cobardes!”, mientras otros legisladores intentaban separarlos.
El enfrentamiento no surgió de la nada: en ocasiones anteriores y en redes ya se habían enfrentado verbalmente. El 31 de octubre de 2024, Alito acusó a Noroña de silenciar al PRI durante el debate sobre la supremacía constitucional. La fractura se profundizó cuando el PRI perdió al senador Néstor Camarillo, lo que redujo su bancada a 13 escaños y lo dejó sin la vicepresidencia en la Mesa Directiva, situación que Noroña no desaprovechó para exhibir la debilidad del tricolor.
Tras el altercado, Alito ofreció una conferencia de prensa en la que justificó la confrontación: “Lo confronté porque es un cobarde, porque le faltó el respeto a las legisladoras y a las mujeres. No vamos a permitir que nos callen”. Además, denunció que morena busca acabar con la oposición: “Espérense al primero de septiembre que tengamos el Poder Judicial, vamos a meter a la cárcel a todos”.
El priista incluso acusó a Noroña de posar cínicamente con personajes ligados al narcotráfico y de “poner en riesgo la relación bilateral” con Estados Unidos. “¿Ustedes creen que fortalece al país que el presidente del Senado aparezca con un narco dictador por el que se ofrecen 50 millones de dólares? Eso nos pone en riesgo a todos”, arremetió.
Por su parte, Noroña ha señalado en múltiples ocasiones que Alito es símbolo de la corrupción priista y que busca victimizarse para encubrir el derrumbe de su partido. Su estilo confrontacional, que ha marcado su presidencia en el Senado, concluirá el próximo 31 de agosto, pero no sin dejar polémicas como esta.
El Senado aún no ha anunciado si aplicará sanciones, aunque el reglamento prevé medidas disciplinarias como suspensiones temporales o incluso la destitución de cargos. Lo cierto es que el espectáculo exhibió, una vez más, que los pleitos personales se imponen al debate legislativo.