Por: Dr. Luis Alberto Hernández Osorio. Profesor-Investigador UABJO
A lo largo de mi vida académica he aprendido que la ciencia no avanza únicamente por descubrimientos espectaculares, sino por los trabajos silenciosos de quienes están en los laboratorios, centros de investigación u hospitales. Desde los estudios moleculares sobre Trypanosoma cruzi hasta la caracterización genética de enfermedades que afectan a nuestras comunidades, he visto de cerca cómo la investigación es capaz de revelar verdades que no siempre queremos mirar, o no entendemos, pero que necesitamos estudiar para poder actuar.
En Oaxaca, la ciencia adquiere un significado distinto. No es laboratorio aislado; es territorio, es historia, es urgencia. Cada vector identificado, cada biomarcador estudiado, cada variante genética caracterizada está íntimamente conectado con la vida de una familia, con la salud de una comunidad, con la capacidad de nuestro estado de decidir su propio destino. La academia cobra sentido cuando se reconoce como herramienta de justicia social. Pero este impacto no ocurre de manera espontánea. Detrás de cada resultado hay un ecosistema académico que necesita fortalecerse: laboratorios equipados, profesores que creen en su misión, estudiantes capaces de dialogar con el mundo sin perder sus raíces. La UABJO debe ser ese espacio donde la ciencia florece no como excepción, sino como regla; donde el conocimiento no dependa de voluntades aisladas, sino de una visión institucional compartida.
Esa visión exige algo más que discursos. Exige liderazgo que entienda el valor estratégico de la investigación, que impulse la formación científica desde la preparatoria hasta el posgrado, que abra puertas a la internacionalización y que garantice que cada estudiante tenga acceso a herramientas y oportunidades que hoy parecen privilegios, pero deberían ser derechos académicos. Exige reconocer que la universidad tiene en su gente, sus científicos, sus docentes, sus jóvenes, la mayor riqueza para construir un futuro diferente.
Oaxaca ha dado muestras extraordinarias de resiliencia e ingenio. Lo que falta es una institución que convierta ese potencial en un proyecto académico serio, sostenible y con visión de largo plazo. La ciencia no es el destino final: es el camino que permite transformar la realidad. Y es la universidad la que debe guiar ese camino.
No escribo estas líneas desde la nostalgia ni desde la crítica fácil, sino desde la convicción profunda de que estamos en un momento de quiebre. La UABJO tiene todo lo necesario para dar un salto histórico: talento, compromiso, identidad y una comunidad que anhela un rumbo claro. La pregunta no es si podemos, sino si estamos dispuestos a asumir el papel que la sociedad espera de nosotros. Debemos sacudirnos la inercia pasiva, en donde los políticos nos han llevado.
Porque cuando la ciencia se convierte en proyecto colectivo, la universidad deja de describir el mundo y comienza a transformarlo.
Y si algo es evidente hoy, es que ya no podemos postergar decisiones: el futuro nos alcanzó.
Dr. Luis Alberto Hernández Osorio.
Presidente de la Comisión Evaluadora de la UABJO y Profesor Investigador Titular “A” de la Facultad de Ciencias Químicas UABJO.
Email: luisosorio@uabjo.mx









