En víspera de recibir a sus Fieles Difuntos, los mercados y las calles de Oaxaca se han transformado en un vibrante mosaico de colores, aromas y sabores que marcan la cumbre de los preparativos para el Día de Muertos.
Hoy es el día en que innumerables familias oaxaqueñas dan los toques finales a sus ofrendas, creando puentes florales entre la vida y el Mictlán.
Desde el pan de muerto adornado con el color de la yema hasta el inconfundible aroma del cempasúchil, la atmósfera en la capital y sus regiones es a la vez mística y festiva.
Los pasillos de los mercados están repletos, no solo de flores y veladoras, sino también de los manjares que deleitarán a las almas visitantes: mole negro, tamales, chocolate de agua y las frutas de temporada.
Sin embargo, en medio de la alegría por el reencuentro, el bolsillo de los oaxaqueños resiente un golpe de temporada. Uno de los elementos esenciales que coronan los altares, la mandarina, ha registrado un precio sorpresivamente alto en algunas zonas.
Reportes indican que en mercados como el de Zaachila, el costo de esta fruta puede alcanzar hasta los 135 pesos por kilogramo, una cifra que obliga a muchas familias a ajustar sus ofrendas.
A pesar de los costos, la devoción y la tradición prevalecen. Con sus altares listos, adornados con papel picado que da color al aire y el incienso que purifica el ambiente, Oaxaca se prepara para recibir la noche del 31 de octubre y los días siguientes, en una de las celebraciones más profundas y auténticas de México.











