Hay espacios políticos que nunca ha logrado controlar Salomón Jara y socios que le acompañan. Ejemplo es el movimiento magisterial, monstruo cuyas bases desde hace más de 45 años mantienen como rehén, más que a los políticos, a la población oaxaqueña, castigando a la gente necesitada de desarrollar su vida sin obstrucciones amenazas e insultos, aunque sus demandas gremiales puedan ser justificadas. Sin transporte público o privado, el de este viernes 17 de octubre fue otro día de furia, superior en tensión a los días anteriores.
Quienes vivieron y sufrieron marchas, bloqueos, “estrangulamientos” viales y plantones en la capital del estado y regiones donde confluyen miles y miles de personas urgidas de traslados a pie o en vehículo, saben que las y los servidores públicos de alto nivel en muy poco resultan afectados, pues tienen asegurado la quincena. Quienes más sufrieron son personas de a pie, las que deben acudir a sus labores ordinarias: al trabajo o para comprar, vender, una cita médica o trasladarse a otros rumbos. Alimentos, materiales y enseres que no llegaron a su destino o que se echaron a perder por la inmovilidad del transporte de carga. Accesos a los aeropuertos, a los principales sitios turísticos, a las entidades vecinas: Chiapas, Guerrero, Puebla y Veracruz, a plazas comerciales, bancos, terminales de autobuses, etcétera. Todo ello sin que la autoridad lo pudiera impedir u ofreciera rutas alternas. Las señoras que no pudieron vender en los mercados, el jornalero que no pudo conseguir trabajo y hasta las personas de otro nivel económico, profesionales, estudiantes, etcétera, tienen un sentimiento de indignación e impotencia.
Miles de familias tuvieron que caminar kilómetros para llegar a su destino, no por las lluvias, sino por un movimiento que no le complica la vida a los gobernantes, sino a la gente común que en otra época ha sido solidaria con la lucha de los trabajadores de la educación. La solidaridad ahora, a nivel local, es con quienes resultan damnificados por el caos, pues el gobierno federal hoy está ocupado en atender otras emergencias.
Ya entrada la tarde, y ante la inconformidad ciudadana, los contingentes liberaron algunas arterias viales, manteniendo “presencia” en los sitios agendados en su jornada de 24 horas. Sus demandas se centran en la abrogación de la ley del ISSSTE y una mesa tripartita de negociación con la presidenta.
Por otro lado, la frivolidad, desvíos y corrupción que caracteriza a algunos gobiernos morenistas, podrían provocar, más temprano que tarde, el penoso naufragio del barco que viento en popa dejó en su despedida López Obrador. La presidenta, Claudia Sheinbaum, ofrece a los enterados gestos e indicios de que no está dispuesta a ponerse de tapete para que ensucien con sus ambiciones vulgares los logros de la Cuarta Transformación.
Mientras ella no da cuartel a campañas mediáticas de la derecha para desautorizar su gestión, culpándola hasta de la fuerza del temporal en el oriente del país, políticos de morena y partidos aliados hacen poca sinergia con ella, mediante hechos y acciones de honestidad y pulcritud demostrables en el ejercicio de gobierno. Los gobernadores emanados de morena atienden sus propias agendas y ejercen el poder a modo, y solo acuden a la Federación cuando necesitan.
Oaxaca no se escapa a esta circunstancia cuando el gobierno de una sola familia toma las principales decisiones de Estado rebasando por hechos de corrupción y abusos, a las administraciones anteriores. Presumiendo logros federales como los programas de Bienestar, Salud y las dos nuevas carreteras, son precarias sus obras de gran calado, en resumidas cuentas, porque el presupuesto lo destina a gasto programable y a recursos humanos. La complicada o difícil relación con actores políticos y sociales que, con un mejor manejo de su política interna, pudo mantenerlos de aliados coyunturales, le genera dolores de cabeza. El caso ilustrativo es la sección 22 de las y los maestros.
Hay gente que ya se siente harta de una administración que apenas va a cumplir tres años; otro sector lo apoya sin discusión porque identifica a esta administración con los beneficios de la Cuarta Transformación que gobierna a nivel federal. Nadie sabe en qué escalón está su popularidad. Ni el amañado proceso de “revocación de mandato” podrá canalizar la justificada frustración de que se cometió una grave equivocación con Oaxaca. La única opción en tres años es que dentro del mismo movimiento los altos mandos diseñen un gobierno honesto y con principios, que ofrezca una renovación moral en el ejercicio de gobernar, limpio de nepotismo y corrupción.