El 1º y el 14 de octubre, el Senado de la República y la Cámara de Diputados aprobó las reformas a la Ley de Amparo, propuestas por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y ya sólo falta su ratificación, pero todo indica que no hay poder humano que la detenga, y Morena y la Cuarta Transformación tendrán un “garrote político” y como todo un gobierno “absolutista” concentrarán los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Los caprichos y la órdenes de AMLO se han cumplido.
Las modificaciones más importantes se centraron en tres aspectos: una que obliga al demandante a definir el objetivo e interés jurídico que tenga para promover un amparo; la segunda radica en el impedimento que los jueces tendrán para ordenar la suspensión del acto reclamado, aun cuando éste vulnere o viole los derechos humanos del afectado; y la tercera establece que, en adelante, las autoridades podrán no cumplir las resoluciones con el simple argumento de que se hallan en la imposibilidad de aceptar un amparo, que, a su vez, no estarán obligadas a explicar.
Con esta reforma, producida al modo y estilo de Morena, los mexicanos quedarán indefensos frente a los abusos y las actitudes indolentes de las autoridades; y atrás quedarán los shows y las falsas confrontaciones que las bancadas partidistas, incluida la oficialista, realizaron y que todavía difundirán para frenarla; porque los cambios propuestos por la Presidenta a la reciente ley pasarán sin “la quita” de un punto o una coma… tal como en su momento lo ordenó el expresidente Andrés Manuel López Obrador, luego de que el anterior Poder Judicial había logrado impedir varias de sus acciones mediante este recurso legal. Todo lo ocurrido evidencia que tanto la reforma como su virtual aprobación obedecieron a la encomienda de AMLO.
Abogados especialistas en la materia manifiestan que, con tales cambios a la Ley de Amparo, los ciudadanos se encontrarán con mayores dificultades cuando accedan a esta figura legal, que aún es considerada como una de las principales herramientas de protección frente a los abusos y arbitrariedades de cualquier autoridad, tanto de los gobiernos estatales, municipales y el Federal, como ante otras instituciones oficiales. Las organizaciones civiles advierten, asimismo, que la reforma provocará un serio y espeluznante “retroceso en los mecanismos de defensa frente a decisiones arbitrarias del Estado”.
Pero lo más preocupante de estas modificaciones se refleja en que el amparo ya no será una herramienta accesible para los mexicanos de los sectores vulnerables que tengan necesidad de emplearlo como el único “escudo legal” para proteger sus derechos humanos; y que los morenistas lo convertirán en un recurso elitista por las múltiples dificultades técnicas y económicas que impedirán su uso habitual. La Ley de Amparo reformada será el garrote que Morena usará contra quien considere su enemigo no comulgue con su modo de gobernar, haciendo y deshaciendo con su talante absolutista porque ya concentra los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
En este contexto, durante el sexenio de AMLO se produjo un conflicto entre el oficialismo de Morena y el Poder Judicial anterior ‒debido a que algunos juicios de amparo frenaron temporalmente la construcción del Tramo 5 Sur del Tren Maya y la del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles‒ hoy ya se convirtió en “la aplanadora” que allanará el camino para que Morena asuma el control total de los poderes públicos. Pero, además de la absoluta indefensión frente a las injusticias y arbitrariedades de los poderosos, los ciudadanos se encuentran en una severa crisis económica, política y social, cuyos engaños oficiales y apoyos económicos directos nada pueden resolver, porque su único objetivo no es precisamente “sacarlos de pobres” sino inmovilizarlos y hacerlos más conformistas.
Hoy, millones de mexicanos necesitan protegerse de la arbitrariedad de sus gobernantes, como lo demuestran los 600 mil amparos presentados hasta ahora, cifra que, en los últimos siete años aumentó 20 por ciento. Ahora con el Poder Judicial controlado y sin la posibilidad de recurrir a un amparo para defender sus garantías individuales o de grupo, al pueblo únicamente le queda la opción de organizarse para ya no ser “polvo humano” y convertirse en una gran roca que golpee con dureza a quien pretenda engañarlo, mantenerlo sumiso y conforme. Se avecinan más injusticias y atropellos de Morena y sus gobernantes; y hay que desenmascararlos y exhibirlos como lo que son: gobernantes demagogos de una clase parásita y caduca que ya no debe gobernar. Por el momento, querido lector, es todo.