La exitosa investigación periodística sobre un buen número de personas con vínculos familiares directos con el gobernador Salomón Jara o dirigentes del partido, apagó las fanfarrias septembrinas. El discurso sobre la honestidad se quedó dando tumbos. Requerirá tiempo para reponerse, a pesar de proyectos generosos y populares como el “ninibus” como ya le andan diciendo al Binnibus. Naufragar en el debate despiadado de la conversación pública, es la menor consecuencia política.
Emergen en el panorama mediático temas del cierre de mitad de sexenio, por sí solos o “patrocinados” por activistas sociales, de buena o muy mala intención, que exhiben podredumbre y miasmas de una administración que nunca pudo emular, aunque fuera un poquito, al líder tabasqueño que, mediante recorridos por los 570 municipios del estado, hizo ganar a dos gobernadores (2010 y 2022).
Practicantes del periodismo, aficionados a la lectura y la escritura, recordamos en el primer aniversario de su fallecimiento a Wilfrido López Torres, quien le sigue haciendo falta a su familia, amigos y lectores. En la biblioteca pública central “Margarita Maza”, evocamos anécdotas y hablamos sobre su trayectoria. Nunca será suficiente todo lo que en ausencia se diga sobre el periodista tlacolulense que cerró su etapa el 19 de septiembre de 2024, mientras impulsaba el conversatorio y el club de lectura para periodistas. Este último, acertadamente lleva su nombre. Su doliente compañera, Sandra Ramos, tiene el proyecto de publicar algunos de sus escritos a fin de preservar su memoria como reportero, redactor y editor, al tiempo de difundir sus poemas inéditos.
Tocó a la maestra Cristina Salazar leernos una de las últimas crónicas publicadas por Willy, titulada “Terminó la transmisión; nos vamos al panteón a despedir al amigo”. El trabajo se difundió el uno de marzo del 2024 en el portal de Francisco J. Sánchez “La coyuntura mx”. Fechada en San Lucas Quiaviní, Tlacolula, el texto inicia así:
“Las campanas del viejo templo de este pueblo, tañen. De una camioneta blanca, seis hombres bajan un ataúd gris, sencillo, humilde, si se puede llamar así a un cajón de simples tablas. Un pequeño grupo de mujeres, cubiertas del rostro con su rebozo, siguen el cortejo, mientras sostienen entre sus delgadas manos unos sencillos ramos de flores. Todas lloran. Adelante, la banda de música del pueblo entona una marcha fúnebre. El ataúd ingresa al templo. El llanto crece.
Es viernes de Cuaresma, y San Lucas Quiaviní comenzó a prepararse espiritualmente, como dicen las liturgias católicas, para la Pascua de Resurrección, con la muerte de cinco de sus pobladores que sufrieron el infierno que arrojó el monte.
Y es que fue un domingo de los años 80´s, cuando esta comunidad zapoteca se reflejó por última vez en el mundo. El clan de los Kennedy fijó su atención en este poblado, pues desde entonces, es fuerte expulsor de mano de obra a los Estados Unidos. Eran los tiempos del gobernador indígena, el priista Heladio Ramírez López.
Ahora, Quiaviní llama la atención internacional por un incendio forestal que causó la muerte de sus valientes hijos Pedro Curiel Diego, Celso Diego Morales, Felipe García López, José Hernández López y Rafael García. Y precisamente este viernes, sus miedos, y sus dudas descansan en el panteón municipal.”
El texto detalla la desesperación de los pobladores, apoyados por pueblos circunvecinos, por apagar el fuego. Entre otros testigos y combatientes le presta voz a Jenny, una joven que hizo uso de las redes sociales para exhibir la burocracia del gobierno de Salomón Jara para atender la contingencia.
Tocó a Elisa Ruiz, del portal “Sucedió en Oaxaca”, leer algunos de los poemas compuestos por Willy, cuya vena creativa le hizo ganar premios y reconocimientos. Del poemario “He hallado mi final”, escuchamos el titulado “Por ti, reto a la muerte”:
“La lluvia y el bochorno de la tarde/ las nubes que se cruzan/ conjugan el acto mágico de tu ausencia. Estoy buscando en el fondo de mi ser/ el mar en calma/ el viento/ la paciencia/ que deje pasar el tiempo entre mis manos…
El azul del cielo es inmortal/ el sol quemante/ aún no conozco la ira de tu alma/pero escucho tu respiración en la lejanía eterna. No te marches/ detén mi sufrimiento/quiero vivir la vida/ por ello reto a la muerte desde ahora/para que vomite trozos de fuego en mis heridas”.
Una jovencita de la familia Ramos, la Nena, a quien Wilfrido la trataba como hija, leyó una carta de agradecimiento por los 15 años que pasó con ellos y los amó, como el padre que nunca pudo ser. Nos quedamos con nostalgia por la ausencia del tío Willy.
@ernestoreyes14