En los años setenta, cuando Ismael Sanmartín Hernández (1952-2025) tomó notas de un relato desgarrador sobre la existencia, llena de pobreza y privaciones, de un señor con el que compartía piso en el Hospital Civil, nunca imaginó que iba a convertirse en periodista. Había sido internado de emergencia, víctima de un accidente automovilístico, donde se fracturó la clavícula. Cuando le mostró sus notas manuscritas a Armando Pérez Montaño, éste ordenó pasar la entrevista en limpio y, una vez corregida, publicarla al día siguiente. Su hermano mayor, Amado Sannmartín, calcula que esto sucedió cuando la empresa peleaba por ocupar el primer lugar en la preferencia del público.
Todavía sin reponerse del fallecimiento de su hermano, el lunes 11 de agosto, comentó que Ismael era muy bueno para aporrear la máquina de escribir estándar, memorizaba cualquier suceso, gozaba de buena ortografía y ya había aprendido a redactar oficios trabajando en el ayuntamiento de Santiago Jamiltepec, después de su paso por el Internado “Ignacio Mejía”.
A falta de vivienda propia, siendo Ismael estudiante preparatoriano, los hermanos Sanmartín dormían por las noches en los talleres de El Imparcial, en donde Amado ya descollaba como reportero de la fuente policiaca. Luego Ismael encontró ocupación en el diario El Fogonazo como mecanógrafo. Éste había regresado a Oaxaca, después de huir de amenazas proferidas por el cacique local contra su jefe, el presidente municipal de Jamiltepec, Prospero Betanzos, quien la misma noche en que Ismael cruzaba el estado de Guerrero, rumbo a Oaxaca, moriría acribillado a balazos. Esta amarga experiencia lo hizo madurar muy joven.
La necesidad, combinada con la secreta fascinación que le provocaba el olor a periódico recién impreso y la adrenalina que corre en una sala de redacción, le llevó a enamorarse del oficio, que permaneció tatuado en el alma, vocación que puso por encima de cuestiones personales, incluyendo su salud. En nuestras conversaciones últimas, no hablaba más que de periodismo y política, sus grandes pasiones, así como las novedades editoriales, como la novela de Juan José Millás, “La vida a ratos”, que se quedó pendiente en su lecho, antes de agravarse.
En 1989, cuando ya no cabía en el proyecto de José Martínez Bastida, entusiasmó a un grupo de informadores e intelectuales -a quien él mismo bautizó como “los migrañudos”- para dar vida al periódico “Cambio”, que tuvo una existencia efímera, pero muy intensa, porque buscó ofrecer nueva perspectiva al periodismo independiente, mismo que se practicaba en el semanario “Hora cero” y, en modesta medida, “Meridiano 100”. En los años 80 el triunfo de la izquierda, en Juchitán de Zaragoza, auguraba que el PRI ya no iba a ser invencible.
En este medio, Ismael modificó su manera de pensar, pasando no sólo de hacer un periodismo que reflejara los problemas de la gente, sino a uno que incorporara en su narrativa, la convicción de no tenerle miedo al poder, y dar un empujón a las demandas de cambio y transformación que requería el estado.
A partir de julio de 1992, cuando una nueva administración se hace cargo de Noticias, Voz e Imagen de Oaxaca, las y los reporteros que pisaban la redacción iban a ser formados con un espíritu responsable, de calidad y objetivo pero crítico, porque Oaxaca no podía seguir padeciendo el mismo estado de cosas. Si bien Noticias no pretendió ser vocero de la oposición o contrapeso, lo era en los hechos y en sus páginas comenzaron a tratarse con mayor apertura temas de pluralidad política, organizaciones sociales y civiles, derechos humanos, feminismo y la diversidad sexual, denuncia de injusticias y grupos armados, a pesar de que la empresa mantenía tratos comerciales con los gobiernos.
Sería hasta el final del sexenio de Heladio Ramírez, y los correspondientes a Diódoro Carrasco, José Murat y Ulises Ruiz, cuando en este periódico se ensancharon espacios para dar a conocer la realidad social, gracias a la dirección empresarial, señalando errores y actos de corrupción y represión en la manera de gobernar.
Cuando Ruiz promovió el secuestro de una treintena de periodistas con Ismael a la cabeza, la gente se manifestó en defensa de la libertad de expresión, atacada por un mandatario que fue el causante de la crisis política del año 2006.
Noticias promovería el arribo de un gobierno de coalición con Gabino Cué, así como su alianza, en tres ocasiones, con Andrés Manuel López Obrador. Y en gran parte de estos acontecimientos, estuvo el sello personal, ético y profesional en la pluma de Ismael como editor responsable. Pero, ante todo, la omnipresencia del gran reportero y generoso ser humano que, despuntando esta semana, nos arrebató el destino. Su hija Samantha, y su mascota preferida, Yarvis y Yolotzin, como su familia, amigos y lectores lo vamos a extrañar.
@ernestoreyes14