México atraviesa por una profunda crisis económica, social y política, con características de las que no tenemos precedentes en nuestra historia reciente.
Como nunca antes habiamos sido testigos de un saqueo de igual magnitud como el que hemos visto en ex gobernadores y funcionarios estatales reciente, tampoco habiamos visto en la historia reciente a un presidente de la República con el mayor descredito y desconfianza por parte de la sociedad, ni habiamos tenido como antes una amenaza tan real a los intereses nacionales representada en el advenimiento del populismo de derecha en Estados Unidos y que tiene al grupo en el gobierno mexicano paralizado y sin plan de respuesta.
Esta gran crisis está llevando a un escenario en el que la alternancia del partido en el poder es prácticamente inminente;
lo paradójico es que la mala administración de Peña Nieto también se conjunta con la constante crisis del PRD y ambas situaciones las ha sabido capitalizar bien Andrés Manuel para posicionar a Morena, partido que ha crecido en preferencia electoral y espacios.
Este escenario que pone por un lado, un gobierno con reformas que no terminan de funcionar y por el otro, el posicionamiento de López Obrador como candidato anti-sistema que ha venido capitalizando el descontento, ha provocado un importante número de renuncias al interior del PRD, siendo las más significativas las de Senadores y Diputados Federales;
sin duda alguna la crisis del PRD no es reciente y para superarla debemos trascender la sumisión a los liderazgos caudillistas y la política de corrientes y discutir nuevamente una refundación necesaria para regresar a los principios y reglas básicas de un partido de izquierda: identidad, desarrollo ideológico, democracia interna y ética en la práctica política.
Sin embargo, la posición ventajosa y pragmática que han tomado algunos legisladores en el Senado y en la Cámara de Diputados; por ejemplo, de apoyar a Morena o dirigir a otro instituto político en el Estado, sin renunciar al Grupo Parlamentario del PRD, poco abona a la causa de la transformación que requiere México con una sociedad cada vez más informada y crítica.
Por otro lado, también habría que identificar que el conjunto de simpatizantes de izquierda en el país no supera el tercio histórico y con éste es imposible generar una nueva mayoría; por ello debemos de superar la disputa entre PRD y Morena sobre ese tercio del electorado y ver más allá de las próximas elecciones, se trata de aprovechar la coyuntura para articular una gran mayoría progresista que no sólo promueva la alternancia sino la transformación profunda de nuestras instituciones. Para hacerlo sin duda que debemos promover un gran frente opositor y de izquierda, pero debemos hacerlo desde la congruencia y no desde el oportunismo.
Quienes desde el PRD le apostamos a la conformación de un gran frente opositor que contribuya a transformar nuestro país, promoveremos este debate al interior de nuestros grupos de opinión y de cara a los órganos estatutarios, de manera democrática y libre. Llegó el momento de debatir lo que hoy conviene al #PRD, a la Izquierda, a l@s Mexican@s.